Para reflexionar y considerar

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viernes, 16 de octubre de 2009

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Pareciera que el paso del tiempo y en particular la acumulación de años nos van acercando a la frecuencia AM, en mi caso particular los primeros y obligados contactos fueron lógicamente las transmisiones de los partidos de Independiente pero de a poco comencé a escuchar a Víctor Hugo Morales y su programa matutino (muy recomendable por cierto), luego adherí también a su programa vespertino “competencia” donde junto a otros grandes periodistas como Román Iutch u Osvaldo Wehbe me informan sobre fútbol y deporte en general intentando evitar la bazofia cotidiana de si tal o cual “entrenó diferenciado”, si hay un acercamiento de Razzoti con un club de Moldavia y esas cosas que realmente nada tienen que ver con el balón y el arte de jugar al fútbol.

Fue así que en una de esas oportunidades recibieron con muchísimo júbilo a un periodista llamado Paulino Rodríguez, para mí hasta ese momento desconocido. Luego me desasné un poco y me enteré que es también un periodista de mucha trayectoria, que tiene un programa a la tarde-noche en continental y que tanta bienvenida se debía a que había sido victima de un accidente automovilístico que lo tuvo internado por bastante tiempo y por ende alejado de las transmisiones radiales. En fin la cosa es que Paulino Rodríguez comenzó a relatar como fue que su auto fue embestido por otro que cruzó en rojo y a alta velocidad, dijo que se salvo de milagro pues su vehículo contaba con 4 airbags y también mostró toda su indignación al enterarse de que el inconsciente que lo había chocado no había tenido rasguño alguno puesto que ese vehículo contaba no con 4 si no con 16 airbags ya que era un Mazda valuado en 200.000 dólares.

Claro, mientras yo me las ingeniaba para podar la ligustrina me puse a pensar que dentro de la desgracia era bueno que pudiera estar otra vez al aire contándole a sus oyentes, que tanto lo habían extrañado y apoyado, lo sucedido. Pero al mismo tiempo pensaba que siendo yo uno de los afortunados y selectos que en este país que cuenta con vehículo propio, si hubiera estado involucrado en ese accidente o en una situación similar mi vehículo no cuenta con ningún airbag. Lo que en la ecuación de Paulino me llevaría a una muerte inevitable.
Entonces confirmé con claridad que en este país la seguridad, la salud y la educación son un lujo que, depende del alcance de la billetera del cliente, se puede adquirir en mayor o menor medida. Veamos un claro y cotidiano ejemplo relacionado con lo que contaba el periodista quien festejaba su cumpleaños en nueva fecha porque había vuelto a nacer, es muy común en una charla entre amigos o durante un viaje que en algún momento se hable de tal o cual automóvil, o que fulanito cambió el auto por uno mejor, etc. Una de las cosas a la que los argentinos nos hemos acostumbrado tanto que consideramos normal es a que los autos vienen en diferentes versiones, entonces tenemos autos base y autos full.

Los autos base vienen de fabrica como quien dice vulgarmente “pelados”, inclusive los fabricantes no se esmeran demasiado en hacerlos de mucha calidad. Las versiones intermedias cuentan con dirección asistida, aire acondicionado y reproductor de MP3 (o alguna combinación de estas cosas) y la tan añorada versión “full” trae levanta cristales, butacas así o asa y he aquí el dato curioso AIRBAGS. Lo que primero pienso al saber esto es ¿Cómo puede ser que lo airbags sean un elemento lujoso? Si adquirimos un vehículo nacional de alta gama de alrededor de 45.000 pesos contaremos con 4 airbag, ahora si somos un potentado y está a nuestro alcance un vehículo como el que embistió a Paulino Rodríguez tendremos 16 bolsas de aire que nos garantizarán la integridad física pese a que nos empeñemos en embestir a los ciudadanos a pie o motorizados aun con luz roja. ¿En que cabeza cabe que a mas dinero mayor seguridad? Un auto debería ser primero seguro para sus ocupantes y el prójimo y luego lujoso. Otro ejemplo además del que cuenta el resurrecto periodista fue el de Cristiano Ronaldo quién chocó a alta velocidad en el mismo túnel donde perdió la vida Lady Diana en un “¿confuso?” accidente fatal. El astro portugués iba al mando de su Ferrari cuando perdió el control y se estrelló con una pared, por suerte para Florentino Pérez y los fabricantes de camisetas Cristiano salió sin un rasguño, la morbosa cámara periodística enfocaba un retorcido pedazo de metal que había sido la lujosa Ferrari pero se apreciaba algo llamativo, ¡el habitáculo del vehículo estaba en perfecto estado! Conclusión: si usted no es un millonario astro del balompié con posibilidades de adquirir un lujoso, costoso, llamativo y veloz bólido de la escudería italiana intente no perder el control de su vehículo, caso contrario terminará atrapado y seguramente sin vida dentro de un meollo de fierros que alguna vez fueron su automóvil de fabricación nacional y módico precio (comparado con el de Ronaldo por supuesto).

Es siguiendo este mismo criterio que nos hemos acostumbrado también a las obras sociales, todos nosotros como habitantes del suelo argentino además de pagar nuestros impuestos debemos tener una obra social (no tenerla sería jugar a la ruleta rusa) la cual se cobrará oportunamente de nuestro recibo de sueldo un porcentaje mensual o deberemos abonar aparte, las famosas “pre pagas”. ¿Qué pasa con quienes no cuentan con un recibo de sueldo o peor aun son desempleados? Muy simple deben ingresar en el sistema de salud público, donde harán colas de kilómetros, serán mal tratados por un administrativo y atendidos por médicos que tienen un salario miserable, ningún insumo y son blancos de todas las críticas.

La reflexión inevitable en este punto es ¿Cuál es el rol del estado? El ciudadano paga sus impuestos y además debe hacerse cargo de su salud, ¿a quien se le ocurre? Solo a Daniel Paz en aquel memorable cuadrito donde el ministro de economía Cavallo estudiaba en la universidad de “Fuckingham” y soñaba con un país donde los bancos le quiten los ahorros a los clientes (corralito), el próximo paso es pedirle a los ciudadanos que además de contribuir religiosamente con el fisco se haga cargo de su salud, su educación y su seguridad. Un plan a todas luces maquiavélico. O sea que vivimos en un país que nos clasifica de acuerdo a nuestros ingresos mensuales, en desamparados, a la buena de dios, explotados, ahorcados pero llegamos a fin de mes, estamos bien y oportunistas que se hacen millonarios y se encierran en un country.

¿Hasta cuándo podría funcionar este sistema? seria una buena pregunta, lamentablemente parece que funciona. Debe ser por nuestro escaso poder de reclamo, por nuestro alto nivel de intolerancia con las manifestaciones (ver típicas repercusiones como “quiero ir a trabajar y no accedo por este corte de m…” cuando los empleados de kraft reclaman lisa y llanamente que se los reincorpore o bien se les pague las correspondiente indemnización), con nuestra poca solidaridad, o con el miedo interno que todos heredamos o sentimos durante la ultima dictadura militar. Ante la virtual falta de cambio pareciera que la única solución para los creyentes es rezar y para los agnósticos hacer la danza de la lluvia para seguir dentro del sistema laboral y no quedarnos sin cobertura médica. Mientras tanto en la universidad de Fuckingham planean darnos el futbol gratis para mientras tanto y a la sombra seguir quitándonos todo lo que puedan.

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