Justicia virtual

La cercanía con el campeonato mundial genera una emoción y una euforia tremenda en los corazones futboleros. Tanto es así que se produce a la vez una suerte de amnesia y de sentimiento de esperanza. Es de esta forma que estamos atentos al debut vs Nigeria sin reparar ya en el pésimo nivel futbolsítico que ha desplegado el combinado nacional en los últimos dos años. A la vez nos olvidamos también de la suerte de otros países, como por ejemplo Francia. Pareciera que nadie recuerda la alevosa mano de Henry en el Parque de los Príncipes que le permitió meterse por la ventana y quitarle el legitimo derecho a la Irlanda de Trapattoni.

Este último recuerdo acerca de la selección gala pone otra vez en el tapete la discusión sobre la inclusión de la tecnología en el fútbol. En aquel entonces los dirigentes de la FIFA salieron del paso diciendo que el error humano es parte del juego y que modificarlo haría cambiar la esencia del deporte.

Por supuesto que la propuesta no es parar cada cinco minutos las jugadas para solicitar un vídeo ref, método que utiliza el rugby. A la tecnología habría que añadirle el sentido común y algunas condiciones y estaría en condiciones de aplicarse (al fin y al cabo en el ámbito doméstico los árbitros utilizan un aerosol de espuma para que se respete la distancia ante un tiro libre).

Las cuestiones que frenan a la FIFA en la inclusión de la tecnología para la resolución de fallos complejos responden al orden sociológico. Pareciera que esa "picardía" es parte del juego, es cultural, está en el ADN de los futbolistas, los entrenadores y los hinchas. El hincha y el futbolista hoy en día no quieren justicia, quieren que se los favorezca. No quieren ver la reiteración de la mano de Maradona a Inglaterra, no. Quieren ser perfectamente concientes del robo cometido y regocijarse de ello una y otra vez por los siglos de los siglos.

Otro argumento es que en la TV mundial abundan las secciones de "jugadas polémicas" (o dudosas, o discutidas, etc), espacios que los sponsors pagan y que desaparecerían ante la solución tecnológica.

La verdadera discusión sería saber si el ambiente del fútbol está preparado para resolver estos conflictos y aceptar de una buena vez por todas la justicia, quitar la posibilidad de echar culpas a los árbitros por campeonatos perdidos y agachar la cabeza ante un gol bien anulado y seguir jugando