De taquito

El segundo partido de Argentina lo vimos con Felipe, por supuesto que a él no le importaba tanto como a mi debido a su escasa edad. Entonces entre juegos con maderitas y pelotas, y encendido del fuego el partido contra Corea iba transcurriendo.

Vimos el segundo gol y sufrimos con el descuento por el quedo de Demichelis. Pero en una jugada estaba de espaldas jugando con Feli y escucho un grito de la tribuna, me doy vuelta rápido pensando que Argentina había llegado al tercer gol. Miro y nada de eso, el marcador igual, ninguna jugada de peligro, sólo un lateral en mitad de cancha. No entendía nada.

Pero en la repe se ve como un rechazo sale a media altura en dirección al banco de suplentes de Argentina, en ese momento se ve a Maradona de impecable traje gris clavarle la mirada a la pelota, y ¡TAC! le da con el taco. Diego estaba de solemne traje, vestido como pocas veces se lo ha visto, inmaculado, peinado, prolija barba, pero su relación de amor con la pelota no se modifica nunca. Juro que se me pusieron los ojos llorosos, no lo podía creer. Había en esa mirada del Diego a la pelota una magia y una química inexplicable, Maradona mira a la pelota con un amor insuperable. Y el gesto técnico del taco, impecable. Como si en cualquier momento pudiera saltar a la cancha para patear un tiro libre y colgarla del ángulo.

Evidentemente hay cosas que se pasan con los genes y además se adquieren socialmente, yo no soy de la generación que vio en vivo a Maradona, si vi hasta gastar la cinta HEROES, si vibré con los goles y con México 86, si canté maradooooo, maradoooooo en River contra Perú. También lo critiqué cuando ponía 4 centrales en el fondo y jugaba solo con 2 delanteros marginando a Tévez del equipo. Pero el Diego es el Diego, y ese taquito al costado de la cancha fue más que los goles y la clasificación. Como le cantaban en Napoli, "mamá late mi  corazón, he visto a Maradona y enamorado estoy".