Trabajo de hormiga

Los rendimientos de los futbolistas muchas veces están realzados por cuestiones marketineras o publicitarias. Bien conocemos la habilidad de Cristiano Ronaldo, pero lo vemos mas en publicidades de shampoo que desbordando o metiendo goles. Kaká y Messi son cracks absolutos, y de lunes a viernes vemos reiteradas toda su magneficiencia.

Pero quien realmente ve y entiende un partido de fútbol sabe que no alcanza con la gambeta vistosa, y que hay puestos determinantes donde no hay flashes ni reflectores que deben estar bien cubiertos para poder sostener la estructura del equipo. También hay jugadores alejados de los reportajes y las publicidades que son imprescindibles en el andamiaje general futbolístico.

Este es el caso de Nicolás Burdisso, un jugador clave en esta Argentina mundial. Cubrió con suficiencia la ausencia de Samuel contra Corea, deslumbró ante Grecia muchas veces solucionando errores de su compañero de zaga Demichelis de flojo rendimiento hasta ahora (pese a su gol).

Burdisso no solo es bueno en el uno contra uno, también es seguro de arriba, sobrio para salir jugando (y sacarla del estadio cuando la jugada lo requiere) e incluso tiene presencia en al área rival.

Burdisso es el termómetro de la defensa que integra, maneja los tiempos a la perfección y soluciona muchos de los problemas que pueden generarse. Me encantaría verlo repetir esa dupla central del Inter con Walter Samuel, otro de los baluartes en el fondo argentino. Burdisso no vende shampoo anti caspa, se limita a realizar su trabajo como defensor (central o lateral cuando se lo requiere) de la mejor forma, con nivel internacional.