Hay dos factores que inciden en la decepción que sufrimos los amantes del fútbol ante los planteos amarretes y el bajo nivel futbolístico de la primera ronda del mundial. Uno la esperanza y la ansiedad que generan los 4 años entre copas del mundo, o otra la influencia de los medios y el periodismo en vendernos que se viene el evento estratosférico y planetario del mundo, plagado de estrellas y talento.
Cuando nos topamos con Inglaterra - Argelia, Italia - Nueva Zelanda o Argelia - Eslovenia no hay menos que enfurecerse y maldecir al televisor. Pero el domingo, luego de un auspicioso comienzo de los octavos de final que mostró emociones con los avances de Uruguay y Ghana, llegó el cruce de potencias entre Alemania e Inglaterra.
Los primeros 15 minutos fueron mas de lo mismo, nadie arriesgaba. Pero Klose se comió crudo a los centrales y marcó un gol de torneo ínter barrial. Entonces Inglaterra se vio obligado a salir, y de esa forma desnudar sus defectos. Llegó el segundo gol con una buena jugada de Müller y definición de Podolski. Inglaterra fue a buscar el descuento y lo consiguió con un error del arquero alemán. Luego se sucedieron una seria de avances ingleses, pareció que Rooney era el del Manchester y vino el gol no cobrado a Lampard (la FIFA sigue negando la pantalla en estos casos).
En el segundo tiempo Alemania mostró su mejor cara, sabiendo de las necesidades y las debilidades de Inglaterra y aprovechó para jugar de contra. Lo aplastó y se perfila como un rival de muchisimo cuidado.
Por fin llegó el fútbol a esta copa del mundo, con un partido de ida y vuelta, abierto y con lindas jugadas.
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