Vacío de contenido

Los sandwich de vacío estaban increíbles, la verdad que Roque es un gran asador. Lo bueno de la carne en sandwich para eventos multitudinarios no es sólo no acumular mil platos para lavar si no también la posibilidad de desplazarse con el tentempié en las manos e ir conversando con varios amigos.

En una de esas traslaciones me encuentro con Nico y su hermoso hijo Valentín jugando a la pelota, el pequeño no tenía mas de 2 añitos. Ante un pase de su padre se agachó y la tomó con las manos, su papá le dice mitad en serio y mitad bromeando "¡con la mano no Valen! Con el pie que nos salvamos todos"

Una frase como esa dicha al pasar entre sandwich y fernet no debe pasar inadvertida, la carga psicológica de ese padre hacia su hijo revela fielmente el mal que sufre el fútbol. Está podrido en sus raíces por el dinero y los malditos buitres que recorren barrios, cumpleaños y escuelitas buscando fichar futuros talentos con quienes llenarse los bolsillos. De un tiempo a esta parte los padres se acoplan plenamente a ese deseo y llevan a sus hijos a jugar buscando que ese chiquito supere sus propias frustraciones. Hace mucho que no veo en el fútbol infantil a alguien que se preocupe porque los chicos se diviertan, hagan amiguitos y sean felices haciendo deporte.

En muchas oportunidades he tenido la desgracia de acudir a un encuentro futbolístico de nenes de 6 años, me da vergüenza contarles lo que se ve. Padres alterados, colgados del alambre gritándole a su hijo, reclamándole que trabe, que "ponga la patita", y otras barbaridades. Esos mismos padres se complotan únicamente para insultar al arbitro en un tono y términos completamente fuera de lugar, olvidando tal vez la presencia de los chicos que como dije anteriormente no tienen mas de 6 años. El espectáculo es nefasto, no pasa mucho tiempo para que alguno de los participantes se ponga a llorar o que el arquerito ante un gol recibido no quiera jugar nunca mas por no soportar la presión externa (como si un gol fuera el fin del mundo).

Como podremos pedirle a los jugadores que jueguen con pasión, que dejen de pensar en el dinero cuando en su formación lo único que importa es salvar a la familia, hacer unos mangos, triunfar, ser bueno. El deporte no es nada de eso, el deporte infantil debe ser un lugar de goce, donde conocer amigos de la misma edad, donde conocer otro chiquito con otro color de camiseta y entender que es igual y necesario para poder jugar.
Parece que a los buitres y a los padres enfermos no le importa nada de esto, el fútbol tampoco se preocupa demasiado por ellos.