Como esos primeros minutos la cancha explotaba y parecía que la mística copera se adueñaba de Avellaneda, como el equipo tuvo el coraje de remontar dos veces un marcador que lo dejaba eliminado. También podría haber mencionado que la primera media hora fue de lo mejor de Independiente en el año, que la actitud y el rendimiento del Cuqui Silvera lo consagran como el héroe moderno del Rojo.
Les podría mencionar que Independiente sigue en el plano internacional, que recuperó al pelado Gomez, que Mohamed es un técnico ganador y que si bien el equipo no jugó bien mostró muchas mejorías.
Se podrían decir mil cosas, pero el piedrazo a Silva invalida cualquier análisis. No podemos mirar para otro lado, lo que pasó no sólo es repudiable si no que debe ser sancionado enérgicamente por la CSF. Es triste, peligroso y lamentable que un jugador reciba una agresión, ya lo habíamos tratado en este mismo blog durante el clásico platense ( ver "un corte y volvemos"). La actitud cobarde que genera estar en la muchedumbre permitió que un imbécil (porque eso no es ser hincha) le cortara la cabeza al arquero.
El colmo del sadismo y la estupidez de los hinchas se produjo cuando en el segundo tiempo aplaudieron al arquero cuando llegó al arco, como agradeciéndole su continuidad. "Gracias flaco, pero si nos quedamos afuera te tiramos mil" les faltó agregar.
El otro colmo fue de algunos periodistas, que hablaron de una actitud noble (sic) del arquero. Eso no es ser noble ni valiente, el partido debió haber sido suspendido en ese mismo momento. Lo único que no tengo claro es si es justo que un equipo se quede afuera por un idiota que tira una piedra. Como mínimo el estadio debe ser clausurado por lo que queda de la copa. Pedir que las autoridades del club y policiales identifiquen al agresor sería pedirle peras al olmo.
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