En un choque normal del partido con Joaquín Larrivey el arquero quemero perdió la cabeza, pateó al delantero y luego se enfureció con el arbitro al ver la roja. Hizo un escándalo digno de un nene caprichoso y hasta pareció que iba a agredir al juez. Como si fuera poco se fue diciendo, jurando y perjurando "yo no le hago nada", completamente falso ya que en la televisión se ve clarísimo el golpe. Es cierto que no fue una patada asesina, pero basta con la intención para que la expulsión sea correcta.
Serán viejos rencores de Huracán, o aquella final perdida contra Vélez, pero lo cierto es que nada justifica esta actitud en un profesional. También es cierto que Monzón es el único sobreviviente de aquellos tiki tiki boys, ¿estará cansado? ¿guardará rencores? Como sea, y como dije anteriormente su actitud es injustificable.
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